Dolores Cruz Sánchez


Dolores Cruz Sánchez
Dolores tiene noventa y seis años bien medidos y la mirada de ensueño, y el gesto desahogado por completo de cualquier rencor. Y no tiene rencor porque durante toda su vida se ha dedicado a mitigar cualquier sentimiento que pudiera atormentarla. Dolores se quedó huérfana de madre en Macael cuando solo tenía siete años y la esperanza de una vida sin servidumbre. Como la muerte de su madre le produjo una aflicción imparable y vio que no podía soportar la desesperanza, sin apenas saber nada de la vida dice que se apoyó en sus muslos firmes como barras de hielo y que sacó todo el coraje que pudo para retomar la vida de donde no había vida, y a partir de entonces dejó para siempre de lamentarse. La muerte de su madre le obligó a servir en la casa de Vicente y de Isabel, en Macael, cuando en el pueblo las calles aún eran de tierra y los surcos que hacían los carros cargados con las masas de mármol servían para encauzar las lágrimas de los pobres. Y cuando olía todavía a bueyes, y cuando las mujeres se alineaban con sus cestas de mimbre en la calle Barranco para cargarlas en los burros que subían a las canteras de mármol con la comida de sus maridos.
Dolores siempre ha encontrado la felicidad sin buscarla, con su método de girar hacia su propio norte invisible, convirtiendo las tinieblas de su tiempo en su tierra firme, practicando siempre la curiosidad sin asombro y la benevolencia. Por eso, cuando pudo desligarse de la que luego sería su madrastra, que dice la maltrataba con un afán inexplicable y durante todo el tiempo que estuvieron en la misma casa le negó cualquier afecto y le quitaba cuanto ganaba, lo hizo sin remilgos, sin tener ninguna discusión encarnizada. Dolores se fugó con Rafael a los diez y ocho años, y como en Macael no había tierras que cultivar ni galguerías, dice que no dudaron un instante en mudarse al cortijo de doña Paca, en Jebas, donde sus suegros tenían cultivos y animales, y donde el escarnio de la posguerra se podía mitigar sin sobresaltos. Y es que el final de la Guerra Civil no fue el preludio de otra cosa que el de la miseria pura. Dice Dolores que en aquellos años el repliegue de pobres por la Comarca fue tan abundante, que no era raro ver a gente durmiendo en cualquier sitio y a cualquier hora, aullando súplicas por ver si alguien les podía alimentar con cualquier sobra de su propia comida. Y como Dolores ya tenía aquel afán de proteger a los que menos tuvieran, había noches que escogía a cualquiera de ellos y los alimentaba y les daba cobijo en el corral, y quizá les alumbrara alguna esperanza en el trajín de tanta tristeza. Dolores nunca ha perdido la alegría originaria que heredó del rebufo de su familia. Y aunque luego la vida siempre la puso a prueba y le exigió un sacrificio extenuante, ella siempre guardó la serenidad de su alegría para distribuirla entre el resto del universo. Y así, cuando después de sopesar los augurios de su vida decidió que tenia que emigrar a San Feliu de Llobregat, donde ya se había trasladado uno de sus hijos, lo hizo acarreando al resto. Y la misma prestancia que tuvo en Purchena y la misma solvencia, luego la puso en practica en su nueva vida. Y como Luis el maderista y Casilda le habían enseñado la pericia para hacer embutidos, allí  se propuso la misma tarea. Y entonces dice que compraron un piso y que se apoderaron de aquel comercio itinerante de embutidos con tanta naturalidad, que muy pronto revivieron cierta prosperidad y con aquello bendijeron la vida y guardaron los malos tiempos para que se maceraran en su propio olvido. Dolores siempre ha dado muestra de un vitalidad fuera de lo común. Ahora, con noventa y seis años, rememora los momentos más frágiles de su vida con una especie de convalecencia sin dolor. Y se acuerda de las veces que se encontraron con los emboscados escondidos en un barranco y de cómo les llevó de comer antes de que se sumergieran en las profundidades de sus noches fugitivas. Y recuerda como tenía que levantarse a las cuatro de la mañana para llevar hortaliza y vino mosto para vender en Macael. Y como una noche de aquellas se demoró y justo en Cuesta Blanca la mula que llevaba se espantó al paso del tren Frutero y la tiró sin mas consecuencias que las de aquel susto intempestivo que recuerda ahora con una ironía juvenil impecable. Dolores nunca ha sucumbido a la desazón ni se ha retirado nunca de ayudar a la gente. Y por eso ahora, bajo la atención de su hija, los días transcurren entre el resplandor de cada nuevo día y el alborozo de sus vecinos cuando la ven sentada en la puerta de la casa anunciando su amabilidad imperecedera con un gesto liviano de agradecimiento. Dolores la Cañamona recuerda que su casa siempre estuvo llena de gente. Y lo recuerda con cierta añoranza porque siempre le gusto acoger a quienes estaban convalecientes de la miseria o del desamparo. Y aunque ahora observa la vida sin desdén, hay ocasiones en las que se queda aborta en su repaso y si le sobreviene alguna imagen clara de aquellos años en los que tenían que esconder la comida y custodiar a los animales para que nadie les robara, parece que le quedara un pequeño temor viviente y entonces se queda en silencio sin atender a nadie y sin rechistar. Pero es solo un instante preciso en su vida porque luego vuelve a recrearse en sus mejores recuerdos y aparecen las vivencias amontonadas y se le cambia el gesto y se recoge las manos y repliega su sonrisa adolescente y los pájaros parece que le replican con silbidos antiguos de felicidad.




Comentarios

  1. Muchas gracias por el agradable rato que me ha hecho pasar. He vuelto a recordar, con una creciente emoción a medida que iba leyendo, las vivencias que mi madre nos explicaba y las que tuvimos junto a ella. Sí, mi madre es Dolores, una mujer muy valiente que sacó adelante a sus siete hijos, los cuales nos sentimos orgullosísimos de ella.
    Está viviendo una vejez muy plácida, rodeada de su extensa familia y en marzo de 2019 cumplirá 100 años.

    ResponderEliminar
  2. Que vida llena de vivencias y de lucha. Enhorabuena a esta madre.

    ResponderEliminar
  3. Felicidades,Dolores! Por toda esa vida de luchadora incansable y derrochando generosidad a manos llenas,felicidades!! Gea

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares