Uñas de partera

 
Hay llantos que brotan en la primera liturgia de la vida con su naturalidad correspondiente. Llantos acompasados con las primeras bocanadas de oxígeno impuro, exprimidos en los pulmones recién nacidos. Y hay llantos que emergen de las entrañas del propio cuerpo que los cobija, incluso antes de florecer, porque ya no soportan la fatiga del vientre y sienten la quemazón del liquido corrompido por meses de gestación. Gloria Sevilla siempre lleva las manos limpias y el brillo legendario de su ubicuidad. Cuando solo era una niña acompañó a su madre para asistir el parto de una de su cuñadas. La escena, con el vapor del alma emergiendo con un gemido parecido al zumbido de los moscardones y el lecho cubierto de flores tibias y los bracitos del recién nacido aferrándose al cabo de las manos que lo recogían, le provocaron un escalofrío irremediable y la convulsión de su destino.. (ver más en Stories)

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