La rutina de la luz
Nadie presta atención a la descomunal respiración del hombre
solitario porque no tiene el resplandor de la autoridad y su aura pasa
desapercibida en el reflejo instantáneo del amanecer. Nadie presta atención a
un anciano estrafalario con la campanita triste de los durmientes. Nadie le presta
atención salvo cuando restalla su voz en mitad del monte con el grito acalorado
de un enamorado abatido. Se llama Juan Segura y nació en la sombra abultada de
un aznacho, en el cortijo de los Carmona, aunque luego en las escrituras
averiguó que su alumbramiento fue en el de la Mejorana (ver más en Stories)


Comentarios
Publicar un comentario